Lo
que decidió un joven en angustia
Había una vez, dos compadres – Pedro y
Luis- que conversaban en contemplación de los llanos venezolanos, uno más
afligido que el otro le confiesa a su receptor que se siente agobiado, porque
había descubierto que la esposa de su amigo Juan le era infiel con el dueño del
abasto principal.
-Luis, la mujer de mi
amigo Juan lo engaña, y siento pena por él, ¿Qué hago? ¿Se lo digo para que
salga de esa oscuridad? ¿O dejo pasar el tiempo para que él solo la descubra?
-Pedro, te escucho y
entiendo. El aprecio que sientes por tu amigo es digno de respeto, pero antes
de tomar cualquier disposición te contaré una historia, de un joven que en
angustia toma una gran decisión: En
cierta ocasión, ya para finales de año escolar, en un colegio privado se
realizó el concurso de talentos que por costumbre se hacía todos los años. Ese
día, el joven más popular (Alfonso) en muestra de desobediencia y mal
comportamiento, decidió dañar la escultura de una de las niñas más aplicadas de
la institución. La escultura era de arcilla, y por lo visto era notorio que
había llevado mucho tiempo en hacerse. Pero Alfonso no midió su grado de
inmadurez, y cuando estaba sólo con la escultura, la tumbó al suelo para
provocar el caos en la institución. Justo en ese momento, y por los lados del jardín,
pudo observar Rafael -niño becado en el colegio- la atrocidad que hacía
Alfonso. Este lo vio y le hizo señas para que mantuviese el secreto.
Con el paso de los días, el director del
colegio convocó una reunión con todos los estudiantes, porque había observado a
través de las cámaras del circuito cerrado que varios educandos pudieron darse
cuenta de lo que había sucedido con la escultura de arcilla. Entre ellos
Rafael. A todos le preguntaron, a todos entrevistaron para averiguar quién daño
la escultura, pero solo a Rafael amenazaron de botar de la institución, ya que
los otros estudiantes eran hijos de padres adinerados que beneficiaban
económicamente al colegio, mientras que Rafael era un estudiante becado.
En el momento de la entrevista a Rafael,
el director fue muy duro en palabras, le dejó en claro que si no delataba al
culpable, sería expulsado del colegio impidiendo así su próxima meta, la
universidad. Rafael se debatió en una
encrucijada: puede delatar a su compañero y obtener fácilmente un ingreso a la
universidad, o protegerlo y ser expulsado del colegio. Optó por seguir sus
principios, poniendo así en peligro su futuro, pero dejando su integridad en
alto. No dijo quién fue, pero si le hizo saber al director que una escuela (al
igual que la iglesia) no la hacen las paredes, sino las personas que están en
su interior, y que si su escuela estaba llena de estudiantes delatores, sería
entonces una institución mediocre. Esta enseñanza la escuchó Alfonso, quien con
mucha vergüenza y cautivado con la actitud de Rafael confesó su delito.
Escuchando la historia que le contó su
compadre Luis, Pedro se sintió más tranquilo, decidió dejar pasar el tiempo,
que todo lo sabe, que todo lo enseña. Y pensando en todo lo que sintió el joven
del relato, concluyó que:
“El Miedo es natural en
el prudente, y el saberlo vencer es ser valiente”
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