sábado, 21 de junio de 2014

Análisis de Épica Patética. La imaginación y sus límites.
       Se dice que la literatura es la ventana más amplia abierta hacia la imaginación. Con las lecturas, y más aún, con las lecturas de literatura, y mediante la imaginación, se puede “ver sin ver”, es decir, se manifiesta una capacidad de reproducir en imágenes todo cuanto se quiera, ya sea real o falso. Y por supuesto, esta función alterará mucho de unas personas a otras y según su potencia intelectual. Es así como entonces se puede comprender fácilmente (muy a pesar de lo abstracto que puede resultar la imaginación), la enorme capacidad que tiene en este caso Sir Patatas, un adolescente de quince años que se encuentra aislado en su cuarto procurando e “imaginando” ser el último sobreviviente de la tenaz orden del dragón. La mayoría de veces conversa con Sombra, quien lo advierte, le incita, le aconseja y le sigue la “corriente”, e incluso, en ocasiones trata de interactuar con el lector. El meollo de la cuestión, es que Sir Patatas no es lo que dice ser, sino un muchacho común, Alejandro, que como casi todos frecuenta la Internet, lee, consulta novelas de caballería, ve comics… y en la suma de todo esto, se crea un mundo paralelo.
     Cuando Alejandro se muestra en el mundo real, se traslada entonces al consultorio psiquiátrico que busca las respuestas a sus alucinaciones imaginarias. Quizás lo más importante de esta cuestión mental sea el factor creativo de la misma. Se puede imaginar e inventar sin límite alguno, siempre y cuando se sepa dónde está la línea divisora entre lo fantástico y el mundo verdadero, el mundo real:
Sir Patatas cierra los ojos y se imagina a sí mismo blandiendo una espada de plata, conquistando princesas y liderando ejércitos medievales. Detrás del sillón, su Sombra, haciendo gala de vida propia, nos revela su forma de mujer oscura y hermosa.
     La imaginación también se libera en momentos de soledad, en Épica Patética se deja claro que uno de los factores porque Alejandro imagina es que se siente solo, de hecho, habla con Sombra porque no tiene más nadie con quien hablar: “Mi problema no es que hable con una sombra… es que no tengo a nadie más con quien hablar” dice en una de las páginas de la obra. La capacidad inventora de Alejandro se vuelve muy abstracta, al punto de confundir al mismo psiquiatra que lo atiende, pero este quiere saber qué ocurre en la mente del adolescente que se cree Sir Patatas (una suerte del doctor Malcom Crowe -en la película Sexto Sentido-, conocido psicólogo infantil de Philadelphia, cuando conoce a Cole Sear, un aterrorizado y confuso niño de ocho años que necesita tratamiento).
        Pensamientos, percepciones, vivencias, y creaciones pueden ser armonizados, en definitiva, estableciendo uno de los fenómenos psíquicos más importantes de la esencia humana. Ya Cervantes lo había planteado con Don Quijote, los excesos no son nunca favorables. La locura del Quijote proviene de la lectura excesiva de libros de caballería, al punto de imaginar aventuras extraordinarias donde él era un caballero andante. Sir Patatas es igual, pero muy adaptado a lo que es la época contemporánea. Aun así, el paso de lo real a lo imaginario, no es algo que se queda en la literatura,  es un aspecto tan común como no muchos piensan.

     El límite de la imaginación está justo cuando comienza la realidad, de la que muchas veces se busca huir.


Marysabel Díaz.

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