domingo, 29 de mayo de 2011

La literatura y los niños

     Leer no es solamente descifrar un texto escrito, sino construir inteligentemente el sentido mismo interactuando con la información visual que se encuentra en el material escrito. En el proceso de lectura el lector es activo; ya que crea el sentido del texto valiéndose del material escrito, de sus propios conocimientos y de su propósito de lectura. Las situaciones de lectura, incluso para los niños (que no leen convencionalmente) deben centrarse en la construcción de significados por parte de los mismos y no en el simple descifrado de lo escrito. Este se logra dándole al infante la oportunidad de ampliar su conocimiento del mundo; de familiarizarse con textos de diferentes géneros literarios (no sólo cuentos); propiciando que éste se anticipe al contenido de la lectura formulando hipótesis acerca de lo que sigue en el texto; realizando preguntas que vayan más allá del texto escrito, que planteen nuevos problemas. Ahora bien, si esta es la actitud que debe tener el niño frente a la lectura, frente a la literatura ¿Qué lectura debe ser esta? O mejor aún ¿Qué es la Literatura Infantil? ¿Para qué sirve la misma? ¿A quién va realmente dirigida? Y ¿Cuáles son las características que deben tener este tipo de literatura?
     En primer lugar, y para dar respuesta a las primeras interrogantes, la literatura infantil según Tedesco (1997) es “un complejo sistema semiótico donde confluyen muchos sistemas de signos: letra, dibujo, tonémica de la voz y topografía. Es un género que se define teóricamente por la categoría del receptor, categoría que es cambiante, sujeta a la variación social, al ordenamiento de estratos socioculturales y a cambios de época y de generación” (pág. 21). A esto, se le podría agregar la definición de Jesualdo (1982) quien dice que lo que existe como literatura infantil es pues aquella “expresión literaria en general, escrita o no para niños, que responden a las exigencias de su psique durante su proceso de conocer y aprender, que se ajustan al paso de su evolución mental, y en especial al de determinados poderes intelectivos” (pág. 15 - 16).  Por su parte Colomer (1999) alega que la literatura infantil y juvenil es “la iniciación de las nuevas generaciones al diálogo cultural establecido en cualquier sociedad a través de la comunicación literaria… libros creados especialmente para la infancia y la adolescencia o bien por aquellos que, en su difusión social, han demostrado su idoneidad parar este público, aunque no se hubieran creado pensando en él”. Todas estas definiciones, especificadas por estos tres autores, dejan ver a la literatura infantil como un tipo de lectura integra, y no simple y menos compleja que aquella hecha especialmente para adultos.
      En segundo lugar, este tipo de literatura sirve, tal como lo expresa también Colomer para: “Iniciar el acceso a la representación de la realidad ofrecida a través de la literatura compartida por una sociedad determinada; desarrollar el aprendizaje de las formas narrativas, poéticas y dramáticas a través de las que se vincula el discurso literario, y ofrecer una representación articulada del mundo que sirve como instrumento de socialización de las nuevas generaciones” (pág. 15). Además, según Jesualdo la literatura infantil sirve al niño para “instruirlo educarlo y divertirlo, cuando no las tres cosas a la vez… actúa sobre aquellos poderes del intelecto, como la imaginación o sus sentidos estéticos…” (pág. 30). Esto deja ver claramente, que la literatura infantil y juvenil no sólo está hecha para “alimentar” el comercio, o sólo para distraer un poco a los infantes, tiene un propósito, una finalidad.
     En tercer lugar, y respondiendo a la tercera interrogante que se presenta al inicio: se puede decir que existe una literatura dirigida a los niños; escrita en un léxico especial, que pretende consultar sus características psíquicas y responder a sus exigencias intelectuales, pero que esta literatura no es la que interesa a la edad infantil. Pues a los jóvenes desde muy temprana edad les interesan las obras maestras de la literatura, aun a veces sin estar adaptadas a su entendimiento, obras que nunca consultó la psicología infantil, tal es el caso de “Crepúsculo”, que teniendo una trama intensa para menores de edad, es en esta población donde ha tenido más éxito. A esto, se le puede agregar lo dicho por Tedesco (1997): “Si se piensa en que la literatura infantil es la destinada a los niños en rol de lectores hay que aceptar el término, de manera convencional. Pero ´lo niño´ o ´lo infantil´ es un concepto variable en la organización social y en el ordenamiento de los estratos socioculturales".
     Y en cuarto lugar, ya para finalizar, se puede decir que la literatura infantil y juvenil posee en su haber importantes características, con la que se puede distinguir de los otros tipos de literatura, destacadas por los tres autores anteriores (Jesualdo, Ítalo Tedesco y Teresa Colomer), tal como se presentan a continuación:
·        Más del 80% de las narraciones son humorísticas.
·        La concreción del escenario en única.
·        La interiorización de los conflictos (como los celos o el miedo a las pesadillas).
·        La presentación de un universo ligado a lo real – maravilloso en el que coexisten contextos reales y fantásticos.
·        La narrativa de personificación de animales.
Entre otras importantes.

     Para concluir, puede decirse que es de suma importancia introducir al niño progresivamente en la lectura de buena literatura. De ahí la necesidad que tienen los docentes de leer mucho, de cultivarse continuamente. La literatura infantil (la hecha para ellos o la leída por ellos) es extensa, y nuestros niños cada vez más se empapan de ella. La pertinencia o no de este tipo de literatura aun es un tipo de enigma. Sin embargo, es preciso conocer qué están leyendo nuestros niños, por qué y para qué.

No hay comentarios:

Publicar un comentario